Sin querer forzar un chiste malo, la banda originaria de Brooklyn, Grizzly Bear finalmente salió de su hibernación de 5 años presentando su nuevo disco Painted Ruins el pasado 18 de agosto. Habiendo sido parte de ese movimiento indie de los años 2000 donde vimos a bandas tales como Kings of Leon, Arcade Fire e Interpol, escalar hasta los estratos donde se encuentran hoy en día, es justo decir que al escuchar el nuevo disco de Grizzly Bear, uno podría pensar sin lugar a duda, que esta banda formo parte de este movimiento de manera interrumpida.
A diferencia de su álbum anterior, donde la idea principal era la colaboración total entre instrumentos, Grizzly Bear nos presentan en Painted Ruins un disco altamente cargado del uso de sintetizador, riffs melódicos y percusiones con ritmos atractivos y letras cargadas de significado, que más que transmitir un mensaje, buscan evocar emociones en su audiencia, transportarlos a lugares y tiempos diferentes.
A pesar de que la mayor parte de los sencillos de este álbum tienen un fondo instrumental muy rítmico, no debemos dejar que esta aparente armonía nos lleve a pensar que se trata de un disco alegre. Painted Ruins trata principalmente de la lucha contra los demonios propios, de ahí la importancia de dejarse conectar con el albúm y dejar que este marque el paso sobre lo que sentimos e imaginamos al escucharlo. Como algunos dirían, es música para disfrutar con audífonos y con los ojos cerrados.
Sin duda Painted Ruins, marca un contundente regreso para Grizzly Bear después de sus 5 años de inactividad y es un disco que no puede faltar en la playlist de cualquier amante del género indie que se incline a la versión melódica y profunda de este.